El bebé comienza a “comprender” al momento mismo de nacer. El primer día, ya oye y está atento, al tercer día, reacciona cuando le hablan y mira con atención. Al día 9, es probable que sus ojos sigan el sonido, a los 15 días puede reconocer la voz de su mamá y a los 18 emite y vuelve la cabeza en dirección a los sonidos que oye. Puede decirse que al día 24, el bebé ya tiene un vocabulario auditivo y probablemente moverá su boca cuando la madre le habla.
Hay posiciones que son características del recién nacido: el bebé vuelve la cabeza hacia un lado preferentemente tanto si se locoloca de espaldas como boca abajo y encogerá brazos y piernas sobre su cuerpo.
El bebé mantiene sus manos cerradas en un puño la mayor parte del tiempo gracias a un reflejo prensil, por lo que si se le ofrece un dedo, se aferra con firmeza a él. Así mismo, un ruido repentino o un movimiento bruzco desencadernará un refejo de alarma: abrirá su mano.
El recién nacido se comunica a través de llanto y respondiendo a las miradas que se le acercan. Mueve su cabeza, la boca, saca la lengua y sacude su cuerpo.
Que se le responda a las señales, moviendo la boca y gesticulando
Acercarle objetos atractivos a 20 y 25 cm. del rostro, puesto que puede verlos. De esta manera, podrá ejercitar el foco.
Estimulación sensorial: hablarle, cantarle, mecerlo.
Ayudan a la motricidad del bebé, ejercicios suaves que tiendan a estirar sus piernitas, para que comience a abandonar la posición fetal.
Colocar al bebé boca abajo, lo ayuda a que fortalezca los músculos del cuello para más tarde poder sostener su cabeza.
Comenzar a establecer un vínculo afectivo, supone favorecer el contacto a través de la vista y de la piel. Esto resultará muy estimulante para el recién nacido.