Es difícil calcular exactamente cuánta leche ha tomado el bebé, sin embargo puede ser un buen indicador la cantidad de pañales que moje diariamente. Al rededor de los 8 pañales, es una medida razonable para una buena alimentación.
Si el bebé quiere seguir succionando incluso cuando ha terminado de alimentarse de los dos pechos, no necesariamente puede ser un indicador de hambre. El bebé disfruta simplemente con la succión.
La sed puede ser un factor que motive la succión aún después de que los senos se hayan vaciado. En este caso se le puede ofrecer al bebé agua hervida y enfriada en un biberón (unos 30 o 60 mm3).
Descartadas estas situaciones puede que el bebé se muestre molesto y la causa sea el hambre. El pediatra es quien debe determinar si aumenta de peso con la rapidez esperada. Si la curva de crecimiento está dentro de los parámetros normales no hay por qué pensar que el bebé está alimentado deficientemente. Si por el contrario, el desarrollo del bebé es insuficiente, el pediatra indicará si son necesarias mamaderas como complemento.
Se trata de un trastorno poco frecuente en el que el recién nacido no recibe la cantidad necesaria de alimento. Es una señal del alarma que el bebé moje menos de seis pañales al día, en caso en que debe consultarse inmediatamente al pediatra.
Esto suele tener como causa principal la dificultad del bebé para agarrarse del pecho y succionar. Menos son aún los casos en que la causa sea que la madre esté imposibilitada de producir leche. Aunque esta situación no impide el amamantamiento, es posible que el pediatra indique mamaderas complementarias.