Un bebé regordete puede parecer encantador, pero deberá recordarse que aunque culturalmente aún hay quienes equiparan la obesidad a la salud, lo cierto es que las células grasas una vez producidas y ano pueden eliminarse y un bebé gordo es un adulto potencialmente gordo.
Los bebés alimentados a mamadera son especialmente propensos a engordar en tanto resulta fácil alimentarlos en exceso: por un lado, resulta tentador poner leche de fórmula extra en el biberón (aunque deberían seguirse las instrucciones del fabricante al pie de la letra, puesto que de lo contrario, el bebé recibe calorías que no necesita) y por el otro, con frecuencia, la ansiedad de la madre por alimentarlo adecuadamente, presiona al bebé a beber el biberón hasta el final. Lo ideal es dejar que sea el bebé el que decida cuando ha terminado.
Por otra parte, la introducción prematura de bebidas azucaradas y alimentos sólidos, también dan como resultado una alimentación excesiva.