Es posible que el bebé no pueda abrir los ojos de inmediato debido a la hinchazón provocada por la presión normal ejercida sobre su cabeza durante el trabajo de parto. Esta presión también puede haber roto algunos vasos sanguíneos en los ojos del pequeño, por lo cual pueden aparecer algunas marcas que son inofensivas, no requieren tratamiento y desapareceran al cabo de pocas semanas. Es común también una supuración amarillenta al rededor de los párpados, en este caso, aún cuando no es una afección grave, sí requiere la intervención de un médico.
El bebé recién nacido puede ver a una distancia de 20-25 cm aunque no puede enfocar con los dos ojos al mismo tiempo, lo cual lo hace parecer levemente bizco. A medida que los músculos oculares madura esta característica desaparecerá.
A veces es difícil lograr que el bebé abra sus ojos, una de las maneras más fáciles de hacerlo es levantar al pequeño por encima de la cabeza: jamás intente abrir los ojos de un bebé a la fuerza.
Algo interesante respecto a los ojos de un bebé, es que éstos tienen un color azulado independientemente de su raza. Sin embargo, estos se van pigmentando hasta alcanzar su coloración definitiva con el pasar de las semanas cuando adquieren melanina.
Si la luz brilla frente al ojo del bebé, este parpadeará tanto si tiene los ojos abiertos como si no. Es importante que nunca enfoque una luz brillante delante de los ojos del bebé porque esto podría hacerle daño.
El bebé también parpadeará si se le da unos suaves golpecitos en el tabique nasal o si se sopla levemente sobre sus ojos, lo mismo frente a un ruido repentino.
Cuando se levanta al bebé y se lo hace girar a la izquierda o a la derecha, sus ojos no se moveran normalmente con la cabeza sino que quedarán momentáneamente fijos en la misma posición. Esto se conoce como “respuesta de los ojos de muñeco” y por lo general desaparece al cabo de unos diez días.