Cuando un bebé llora inconsoladamente durante varias horas seguidas acompañando su conducta con un movimiento en el que lleva las piernas al pecho como si tuviera algún dolor abdominal, es posible que se trate de los llamados “cólicos del recién nacido”.
Al presentarse esta situación con frecuencia, lo primero que deberá hacerse es verificar que efectivamente se trata de cólicos y no de otro tipo de dolencias. Para ello, es importante consultar al pediatra al fin de que se descarten otros problemas que potencialmente podrían ser más graves.
El cólico del recién nacido suele ser una situación muy estresante para la madre que se recupera del parto. Especialmente porque calmar el llanto del bebé no es fácil y genera una angustiante situación de impotencia que pone a prueba la autoestima de la madre y su capacidad para contener al pequeño. Aceptar ayuda de otros, si la hubiera, puede ser bueno para superar la crisis.
Pero la ayuda no siempre es posible. En este caso, el consejo es: invocar la calma a partir de la convicción de que se solo trata de algo pasajero propio del momento madurativo del bebé. Esta idea puede ayudar a enfrentar el problema de mejor manera. Y por cierto, la mayor parte de los niños que sufren de cólicos suelen ser muy sanos, se alimentan bien, aumentan de peso normalmente y duermen adecuadamente. Y efectivamente, los cólicos ceden aproximadamente entre los tres y cuatro meses.